miércoles, 27 de julio de 2016

Día Doce: Extraordinaria Rutina

Parada y fonda en El Burgo de Osma, tras noventa y pocos kms que me llevan a rozar los 1100 en doce días.
Hoy he llegado tan pronto que hasta he comido y ya llevo dos cafés, esperando a que abran un hostal en el que probablemente me quede. Aquí todo se detiene entre las dos y las cinco de la tarde. Cuando en estas tierras, por huir del calor, la gente se pone en marcha, yo estoy frito como un niño pequeño.
Más naturaleza salvaje hoy, entre puertos, que alguno me quedaba, y alguno me queda (Covarrubias = temblor de piernas) y caminos, a veces asfaltados, a veces no. Voy rápido porque hago las paradas más cortas, pero me pongo fino. Aquí son más de "el almuerzo de las 10" que de desayunar café y tostada. No es raro encontrarse un bar lleno de gente con sus "jarritas" y su plataco de huevos fritos con chorizo. Eso sí que es combustible y no los geles del Decathlon, doy fe.
Tan cerca del final, porque estoy realmente cerca del final, se masca Cid por todos los rincones. Placas, calles, locales... Todo va haciendo cada vez más referencia a Don Rodrigo. Estoy deseando llegar a Mecerreyes y hacerme una foto con una estatua imponente que hay allí. Bueno, estoy deseando llegar a Burgos... ¡Bueno, a Vivar del Cid!, que es donde termina esta historia, o donde empieza, y que está a trece puñeteros km de Burgos. Trece de ida, y trece de vuelta, lógicamente. Que todo suma.

Por fin he encontrado una tienda de deportes, aquí, en El Burgo de Osma. En cuanto me duche me acerco a ver si tienen guantes y gafas de ciclismo. Los guantes quizás no sean tan imprescindibles (aunque del sudor se me resbala la mano izquierda del manillar. Uno, que coge posturas extrañas), pero las gafas sí que me hacen falta. Tengo la sensación (no es exagerado el niño, ni que fuera de Almería) de tener las pestañas quemadas. Y además, estoy harto de sacarme bichos de los ojos.
Hablando de bichos, cuando termino la jornada parezco el parabrisas de un coche. Entre el sudor (otra vez, es que sudo mucho) y la protección solar voy pegajoso como un chicle, así que... Imagina. No mola nada.
La guía dice que hoy pasaba por una de las zonas más despobladas de todo el viaje, pero yo he hablado hasta con las piedras.
Unas señoras me han enseñado a beber de una fuente que tenía su intríngulis. Una especie de mecanismo de madera y agujeros... Un historión...
Un viejecillo super entrañable me ha estado dando ánimos para encarar un puerto de 4km precioso de hacer.
Un fotógrafo me ha estado contando sus días por estos lugares y cómo está disfrutando de las puestas de sol.
Unos ciclistas...no, eso mejor en otra entrada...
Abren el hostal. Al ataque. Luego más.
:*

Siete de la tarde. He estado viendo esta ciudad, porque comparado con sitios anteriores, esto es una señora ciudad. La catedral es una maravilla. Esta zona tiene una historia muy grande detrás, aunque da la sensación de estar un poco olvidado todo, aunque es normal en esta época. Todos tiramos hacia la costa.
En media hora recojo la ropa limpia, he comprado unos guantes y unas gafas, y ya estoy listo para ver los mapas de mañana. Me falta el astrolabio y el compás.
Hay un puñetero niño dando por c... con una pelota de fútbol mientras el padre le ríe la gracia. Como me tire la cerveza le meto dos galletas. Al padre.
El niño no tiene la culpa. Por lo menos éste no está buscando pokemons.
¬¬

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