lunes, 25 de julio de 2016

Día Diez: El Medievo

Anoche, por ponerle un poco de épica al asunto, me dormí escuchando un podcast de Juan Antonio Cebrián (cómo te echo de menos, amigo) sobre el Cid Campeador. Pasajes de la historia, se llaman estas cosas. Muy recomendable.
Ahora que estoy terminando "Tierras de Frontera" estoy leyendo más sobre este hombre. Los árabes le llamaban Sidi, que significa Señor. De ahí viene lo de CID (Sidi, Cidi, Cid). Y desde la tranquilidad de Sigüenza, y después de pasar por la Puerta del Perdón de la Catedral, que todos tenemos pecados que expiar, leo el pasaje que hace referencia a Robledo de Corpes:

Los infantes han entrado en el robledo de Corpes,
el arbolado es muy alto, las ramas suben a las nubes,
los animales salvajes andan alrededor...

En Robledo de Corpes las hijas del Cid, Doña Elvira y Doña Sol, que en realidad se llamaban María y Cristina, fueron golpeadas y abandonadas por sus maridos. Qué galantes, ellos. Supongo que de ahí vendrá lo de que los animales salvajes andan alrededor.

A pesar de lo que me espera mañana, y pasado, ya le voy viendo el final a este viaje. Me quedan, calculo, unos 400km, y siempre que estoy tan cerca del final me entra una desesperación con la que me cuesta convivir. No quiero terminar, pero quiero terminar...
Sea como sea, y adelantándome un poco a lo que cuente dentro de unos días, que no se cuántos serán, este historión sobre pedales ha sido toda una experiencia. Y me pasará lo de siempre, que volveré cambiado, curtido por un sol que me llevo tatuado en el cuello, pero volvería a empezar sin ningún tipo de duda.

Sigo de reflexión sobre lo de mañana. Mucho subir, mucho pedalear. Pero para esto hemos llegado hasta aquí. Ahora, casi a tiro de piedra, es cuando hay que ponerse valiente. Que lo mejor está por llegar.

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