jueves, 31 de agosto de 2017

Y ahora... ¿Qué?

Pues ya está. Vuelo chárter La Zubia  Santiago de Compostela, completed.
Calor, frío, vientos, lluvias, granizo, niebla, lesiones, asfalto, camino, bosques, llanuras, puertos, cuestas, ríos, vacas, cabras, perros, cerdos, ciclistas, peregrinos, conversaciones, alemanes, italianos, portugueses, japoneses, albergues, hostales, talleres, sustos, miedo, euforia, desesperación, valor, soledad, sudor, bares, cerveza, café, mil y pico kms, alforjas, dos pares de guantes, unos manguitos nuevos, una sudadera nueva, un poncho de los chinos, treinta y tres bolsas de basura, Fisterra clavado en el corazón, un blog, mi niña y yo. Y se acabó.

Una vez más, gracias a todos por leer y acompañarme, ha sido divertido ir contando todo y haceros parte de mi cuarto, y probablemente último, camino de Santiago.
Os recuerdo que tenemos pendiente lo de ir a Finisterre... No os perdáis mucho, que igual lo hacemos antes de lo que pensamos...

Queda pendiente contar el último día, pero para eso hay que tomarse unas cañejas, así que, queridos, nos vemos en los bares.
;)

miércoles, 30 de agosto de 2017

Día Once: DE NUESTROS MIEDOS NACEN NUESTROS CORAJES.

Era hoy. Mi día era hoy.
No creo que sea capaz de contar todo en estas "y pico" líneas, ahora mismo lo tengo todo muy mezclado en la cabeza, y además, estoy muy cansado.
Por resumir, estoy en Triacastela, a unos ciento y poco, muy poco, de Santiago. Ayer me equivoqué mirando la guía, creía que estaba más cerca. Me di cuenta con el segundo café esta mañana, pero como el plan era no mirar demasiado los mapas... Pues eso, adelante y a ver hasta dónde.
Con esa idea he tirado sin mayores problemas, excepto un tirón en la pierna derecha que me ha obligado a parar un rato, pero todo bien, ya lo esperaba y venía preparado.

Empezó a llover pronto, sobre las doce. Al principio era apenas imperceptible, pero pasados unos quince minutos he puesto en marcha la Operación Garbage Bag. Dos en cada alforja. Inventazo. Y así, de negro, y con el chubasquerillo que llevaba cada vez menos water proof, sube que te sube, sin apenas darte cuenta, pero venga a subir, hasta que han llegado los diez kilómetros más duros que he hecho jamás. No por el perfil, que también ha sido jodido, sino porque no ha dejado de llover y se han unido a la fiesta una niebla espesa y el viento en contra. Día de reyes hoy, a 10 grados, empapado hasta los ojos y con una sonrisa por bandera, con un par.
La mayoría de ciclistas que he visto se han dado la vuelta, quitando a los que llevan bici eléctrica y/o van sin alforjas, que los hay a manta. Día de reyes, de los grandes reyes. De pelear mucho y apretar los dientes. Muy duro. Aún tengo los dedos como después de una sauna. Bestial.
Me he puesto serio, serio de verdad, cuando me quedaban dos picos y la lluvia se ha vuelto, digamos, intensa, porque ya iba bastante cansado y helado de frío. Así que sin pensarlo demasiado, y mira que yo soy pudoroso para esas cosas, me he quedado en bolas debajo de un horrio y, con unas vacas se expectadoras, he sacado mi toalla, sequita gracias a las bolsas de basura, y ropa limpia. Pa haberme grabao, vamos.
He aguantado dentro de un albergue, lleno de gente que no quería seguir (por lo que no me podía quedar), escuchando las quejas de un alemán en bici, que dice que en España las cosas son muy raras y que la siesta no es un buen invento (tira y arde, camarada), hasta que ya no he podido más y, tirando de poncho (Omg, sé lo que hicísteis el último verano), y con una fuerza de  voluntad que no sé de dónde saco, he llegado hasta aquí.
Y aquí está el tío, en plan Pekín Express, porque tengo fijado un coche de alquiler para el viernes y ya no se si llego, echándose una cerveza, mientras Sarah, la auténtica campeona de todo este tinglado, descansa en unas caballerizas.

Lo de hoy ha sido realmente jodido. Intento darle un plus de gracieta al tema, pero he rozado mi límite. Mi primo y mis Presis pueden corroborarlo, que han sido ellos de quien he tirado cuando he pasado el peor momento. Sois grandes. Gracias mil, zagalada.
Galicia me recibió como esperaba, a lo grande. Qué tierra más maravillosa ésta, y qué gran aventura la de hoy. Voy a cenar algo y a dormir como un bendito, porque me lo he ganado, hoy sí, y porque ya no puedo más. Pero para lo que me queda... Habrá que tirar de bemoles. O no.
Que eso del sí, el no y el depende, es muy muy gallego.

martes, 29 de agosto de 2017

Día Diez: QUE RECALCULE BLAS

Con qué facilidad se puede torcer todo. Un poco de barro es lo que me hace parar en Ponferrada, tras la historia del anexo cuatro y los problemas mecánicos de Sarah. ¡Qué de cosas están pasando este año!
No ha ido como esperaba, es cierto, pero podía haber sido mucho peor. El fallo de los platos podía haber sido en "vetetuasaberdondedelcamino", pero ha sido en Astorga, una pedazo de ciudad. Hasta he tenido suerte. Y con esa idea he avanzado hasta aquí, tras subir la Cruz de Hierro, qué chulada de sitio. Entre montes leoneses y riadas de peregrinos, pocos españoles, y al son del "¡Buen camino!", está Jose por estas calles templarias, y lo que se tercio. Eso que no falte.
Es gracioso lo del "¡Buen camino!". Solo dos veces me han contestado lo mismo. Lo demás han sido cosas como "buena camino, buen camina, bon camina,...". El mejor de todos, el que se lleva el premio, el "¡Buen Comino!". 😂 😂 😂 😂
Y es que hay una riada de gente por aquí... Tremenda. Y casi todos, claro, extranjeros. Y ciclistas, pocos, pero también hay. Y con esos no me llevo bien. Esta tarde la he tenido con uno. Se veía venir.
Dice la guía que llevo que me quedan 160 km para terminar, y ya me está entrando eso que me da siempre que veo el final. No quiero terminar. No quiero no quiero no quiero. A pesar del calor, del frío, del agua (hoy no ha llovido nada de nada, por cierto), del mal dormir, del mal comer, de los problemas mecánicos,... Me gusta esta sensación de no saber qué puede pasar mañana. Lo cual, por cierto, me ha hecho decidir que no pienso planear nada más estos próximos días. Sé por dónde tengo que ir, y sé a qué hora voy a empezar. Y lo demás, como es tan frágil... Pues nada. Lo que no puedo controlar no es un problema, porque no depende de mí.
Total, que no quiero terminar.

Una vez más, gracias por estar todos ahí. Lo de dar tanto el tostón hoy es porque, sinceramente, me he acojonado un poco cuando Sarah no tiraba. Pero es reconfortante saber que si me pasara cualquier cosa, podría contar con vosotros. No me canso de decirlo. Tengo mucha suerte de teneros en mi vida.

Sobre la piedra: es tradición que todo peregrino cargue con una piedra, que pertenezca a su lugar de origen, y la deje en la cruz de hierro, el punto más alto del Camino Francés. La piedra simboliza todo lo que has hecho mal, todos tus "pecados", y al dejarla allí, te liberas. También dicen que la piedra debe ser tan grande como el mal que hayas hecho. Lo del tamaño ya lo dejamos como opinable. No quería cargar con una piedra de mármol en las alforjas.
La piedra que yo he dejado llevaba conmigo desde septiembre del año pasado, cuando decidí que iba a hacer este viaje este año. La cogí de la playa de Cabo de Gata y la metí en la cartera, y ahí ha estado hasta hoy. Así que si algo hice mal, ahí arriba de ha quedado, y sirva el gesto para pedir disculpas si en algo me equivoqué.
Y seguro que el esfuerzo de subir ya no se me olvida.
Por muy pequeña que sea la piedra, que lo era.

Anexo Tres: LA NIÑA TAMBIÉN SE CANSA

En Astorga Sarah ha dicho que paramos. He tenido un problema con los cambios de plato. Parece que, como todo el camino está embarrado, una piedra ha entrado en el cable de cambios y lo ha pelado, o algo así... Total, que después de dar mil vueltas por Astorga e ir a parar a dos tiendas cerradas, he llegado a Liébana Bike. Y todo solucionado.
El siguiebte problema es que llevo dos horas aquí parado, por lo que la etapa la voy a tener que dividir en dos. Menos mal que voy con algo de margen. Pero ya no puede pasar nada más, porque si no os va a tocar a alguno venir a buscarme. Si ya tenía claro que en Santiago levanto el pie, este revés me lo confirma.

Grande mi Sarah, a pesar de todo. Lleva conmigo más de seis años y habremos hecho unos 50000 km juntos. Todos mis respetos, campeona.
Almuerzo rápido y arreando, que Galicia sigue ahí, esperándome.

En cuanto me tome otra cañina.

lunes, 28 de agosto de 2017

Día Nueve: SABÍA QUE VENDRÍAS

Con un ojo en el móvil y otro en el cielo salí esta mañana de Zamora, cansado de descansar y con dos cafés, mi gasolina. No se cuántos me tomaré al día. Cuatro, cinco, seis... Ya no pido agua, hay fuentes en todos lados, y aquí ya no sale tibia, aunque siguen diciéndome que "con este calor no se puede vivir". Veinticinco grados lo más alto que he visto últimamente. Me río yo del verano aquí arriba.
Como las diez mil aplicaciones del tiempo que he probado no aciertan ni de cerca, me fío más de mi intuición, que suele ser nula para casi todo menos para el clima. Uno, que en los últimos años se ha hecho mucho al montañeo.
El viento de cara durante casi toda la mañana me ha llevado un poco retrasado. No es que fuera muy intenso, algo molestaba, pero iba bien, repartiendo las nubes por lo que yo me iba dejando atrás. Hasta que a eso de la una de la tarde, en Benavente, donde no he podido comer porque creo que he parado en el peor bar de España, ha cambiado el viento, y con ello mis planes.
A pesar de todo me he quedado a veinte kilómetros de donde quería dejarlo hoy, Astorga. Estoy en La Bañeza. Y quince minutos después de ducharme, se ha puesto a tronar y llover. Ojo clínico tiene el tío para ésto de las nubes. Definitivamente, me equivoqué de carrera.

Castilla y León es un paraíso, no es nada que vaya yo a descubrir ahora, y este último tramo de la Vía de la Plata es digno de hacer. Y añadirle el componente estrés con estos cielos tan oscuros ya es realmente gratificante. Lo digo ahora, dentro de una cafetería, duchado y oyendo replicar la lluvia contra los cristales. Si me llega a pillar pedaleando...

Ayer, como tuve tanto tiempo para pensar, entre birra y birra le dí mil vueltas a lo de ir al Decathlon de Zamora. Pros, aprovisionarme de todo lo que me me va a hacer falta para estos últimos días. Geles, fundas para las alforjas, chubasquero,... Contra, que no abren hasta las diez. Así que tiré de imaginación, y de los chinos: un poncho de lluvia por 1'50€ que espero no tener que usar, porque parezco el malo de "Se lo que hicísteis el último verano", unas chocolatinas que casi no han llegado a esta mañana, unos "emanéms", qué maravilla, y atención... Un rollo de cuarenta bolsicas de basura. Toma ya.
Leí en no se qué blog que para proteger las alforjas van de lujo, si las que llevas no son impermeables. Maldita la gana que tengo de probar el invento, ojo... Pero bueno, para una urgencia... 😂 😂 😂

Mañana será el día más importante de todo el trayecto. No es duro al principio, pero por la tarde quiero hacer O Cebreiro. Porque sí, amigos, mañana entro en Galicia. Tras nueve días, 85 kms en tren y 810 en las piernas, el día más exigente será mañana, por altura, clima y perfil. Y ya estoy deseando empezar. Al final va a ser cierto eso de que no estoy demasiado bien de la azotea.
Yo no valgo para tumbonas y mojitos, ni para pulseras de all included y paseos en bus. A mí lo que me gusta es ésto. Que se arme la mundial justo cuando estoy subiendo un puerto, que haga frío, que cada minuto sea un pasito más hacia delante, con los dientes apretados y las manos llenas de barro. Por mucho que me queje, es lo que realmente me atrae. Es lo que me hace sentir vivo, el esfuerzo y las ganas de superar obstáculos. Cuando pasas un día así, la cerveza de después sabe a gloria.

Porque si no hay cerveza después, entonces, no cuentes conmigo.

domingo, 27 de agosto de 2017

Día Ocho: ATASCO EN LA NACIONAL

La lluvia me ha dado el alto en Zamora, a la una de la tarde.
Harto de chaparrones, sol, chaparrones, nubes y más chaparrones, decido levantar el pie aquí, tras setenta entretenidos pero miserables kilómetros.
Este trozo es aburrido, lo haces casi entero por nacional, que va vacía porque al lado hay una señora autovía, y apenas hay perfiles duros. Es todo bajar y subir de pueblo en pueblo. Solo el hecho de que llueva le añade algo de emoción al tema, pero ya me lo dijeron ayer en Salamanca. Por delante te queda lo más feo, hasta que no toques Galicia.
Viendo el panorama, y tras la retahíla de truenos, tenía la opción de quedarme en Salamanca, o adelantar un poquito hasta Zamora. Y como uno es cabezota, habemus Zamora. Pero eso sí, hecho una sopica. Cómo cambian los planes en tan poco margen de tiempo es algo que me sobrepasa. Estar expuesto a todo es lo que tiene... Y el recuerdo de Portugal, hace dos años, no se me va de la cabeza. En aquel viaje vi el sol dos veces, y una de ellas en la tele. Desde entonces, nene no gustar pedalear bajo la lluvia.
El motivo de quedarme aquí y no seguir adelantando, además del clima, es por temas logísticos. Hay más opciones para domir. Tienen Decathlon, que me va a venir de lujo mañana porque necesito alguna cosilla y, recordando de nuevo que estoy de vacaciones, esta ciudad tiene pinta de ser más bonita que Granja de Moreruela... Con todos mis respetos a Granja de Moreruela.
Así que nueva tarde de relax, estirar gemelos y trazar líneas. Y concienciarme de lo que realmente queda, una vez salga de Castilla y León. Viene Galicia, con sus perfiles y sus cambios de tiempo, que capearemos lo mejor posible, pulpo y Ribeiro mediante, que no todo va a ser sufrimiento.

Sé que parar ha sido la mejor de las opciones, pero que sea por obligación... Eso es lo que me saca de quicio. Y siendo sincero, me viene de lujo tomarme la tarde libre, si pretendo afrontar con fuerzas esta última parte. Sarah y yo ya vamos un poco renqueantes, que hace una semana salíamos de La Zubia.
Empiezo a ver cada vez más claro que no creo que llegue a Finisterre. Otra vez más me voy a quedar a las puertas, en la Catedral de Santiago. Que sí, que ya es mucho... Pero lo del epílogo lo tengo clavado en el mismo centro del pecho. Que viene lluvia. Vale. Que empieza a hacer frío. Vale. Que son dos días más, y ya voy justo... Vale.
Pero ahí se me queda clavado.
Ofus.
Black Cloud.
A Zamorear, a ver si se me pasa.

¡Saludos castellanos!

sábado, 26 de agosto de 2017

Día Siete: ÉL DICE QUE ES FELIZ EN LA MONTAÑA

Qué bien nos lo pasamos la Sarillah y yo cuando atravesamos montañas. Iremos a ritmo bajo, sufriendo, renqueantes los dos, ruidosos,... Pero qué bien nos lo pasamos.
Y qué gente más maja por estas tierras, Castilla y León. De repente todo son ayudas, ánimos, consejos y sonrisas. Qué contento estoy otra vez, tras mi "black cloud" de ayer.
Hablando de nubes, esta mañana ya he tenido el primer amago de tormenta. Una fina lluvia, de esas que parece que no cae, pero cae, me ha acompañado hasta las once, aproximadamente. Qué bien sienta, un ratejo. Que ya tuve la experiencia aquella de Portugal... Y no quiero más lluvias.
El día ha ido espectacular, como os decía, entre encinas, robles y toros bravos, que en esta zona, el campo charro, da gusto verlos pastar. Desde lejos. Y con una valla de por medio. O dos.
He aprendido que parar en pueblinos minúsculos a tomar café es más enriquecedor que entrar en gasolineras a comprar agua. La pega es que, como hablo hasta con las piedras, en cuanto alguien me da cuerda, ya son dos cafés, o tres, con el consiguiente retraso en la ruta, pero me da un poco igual, la verdad.
Hoy la conversación ha sido con dos jubilados (estaba claro, es lo que toca este año) que se han puesto a discutir entre ellos sobre por dónde debería tirar "el zagal este de la bicicleta negra". Pero que aquí no se andan con tonterías... ¡Discutir, discutir!
Le he hecho caso al que parecía más cuerdo de los dos. "¡Mal camino es ese, que lo sepas! Lleno de baches durante cuatro kilómetros... ¡Se te va ascoyuntar la bicicleta!", me decía el otro señor. Y no le hice caso. Y a los cuatro kilómetros, pinchazo.

Encinas, pinos, robles, águilas, cerdos, ardillas, toros mansos, toros bravos, conejos, ¡y hasta un zorro! Increíble lo de hoy. Qué gran tierra. Así, a lo tonto, estoy en Salamanca desde las cuatro de la tarde.
Ya he ido a buscar la rana. Ya he pasado por la casa de las conchas. Ya he tomado café en la plaza mayor. Y ya he comprado más cámaras (por si las moscas), el llavero (para que luego digas) y unas mangas, porque me da la sensación de que viene frío, y los brazos se me quedan helados a primera hora de la mañana. Resumiendo, listo para mañana, ecuador de mis vacaciones. Contento.
Hambriento.
De pinchos me voy.
Aojorno.

PD: Con el titulito de la entrada de hoy, ya tengo temazo para mañana.
Ay, Jose.... 😧

viernes, 25 de agosto de 2017

Día Seis: MARCHANDO UNA DE DESCANSO ACTIVO

Tras anexo dos y la historia de coger el tren, he recuperado buenas sensaciones. Por situarnos, no he subido el puerto de Béjar, estoy a trescientos metricos de donde empieza, en Baños de Montemayor, verde que te quiero verde.
Lo bueno de hoy es que por fin dejo atrás el calor. Nunca me ha costado tanto sobrellevar las altas temperaturas, y sí que han hecho mella. Por mucha crema solar y mucha gorra que lleve, voy de nuevo con las marcas del maillot, color chocolate. Ahí, haciendo honor a mi apodo...
Pero estoy contento, tras lo del tren. Sí que ha sido una buena decisión, a pesar de mi pedrá. ¿Será la madurez? ¿Que me estoy haciendo viejo? Oh my God... A ver quién me aguanta con cuarenta castañas... Sea como sea, voy bien. Desde aquí ya todo es más verde, y más difícil, pero el montañeo me sienta bien para el alma, no lo puedo negar. Sigo sin atreverme a decir que seré capaz, eso sí, pero por lo menos lo voy a pelear.
La anécdota del día ha sido que hay un incendio a unos 10km de aquí. Me han dicho unos pensionistas (¿¿¿Qué pasa este año que solo hablo con jubilados???) que esta mañana estaba cortado el paso hacia aquí, pero ya lo tienen controlado.
Total, tarde productiva, ibuprofeno en crema para la muñeca, y posible visita nocturna al Balneario de Baños de Montemayor, que la verdad es que me vendría de lujo para las piernas. Pero entonces, a ver quién es el guapo que sale de aquí mañana. Digo siempre lo mismo, se pedalea con la cabeza, y esta mañana estaba ofuscado, ofuscado. Uno de mis días, ya me conocéis... Todos tenemos tendencia a echar un borrón de vez en cuando...
Gracias por los ánimos. Si es que cuando digo que estas cosas estamos embarcados todos...

Presi Jesús, mañana visto de nuevo los colores para entrar de gala en Castilla León.
Cris, si te vienes al próximo de coche escoba no pedalea ni Blas. ¡Lo veo!
¡Juan! Buscaré con ahínco el "a tomar por...". No debe andar muy lejos de aquí.
¡Nono! Se te echa de menos, pero no solo por el agua...
¡María! Es verdad... ¡Estoy de vacaciones!
¡Patri! Bendito despertador... Si no hasta pierdo el tren hoy.
Mj... muy pardillo. La próxima vez te consulto primero.
Silfonos.... ¡Salud!

Seguimos juntos.
;)

Anexo Dos: Tirando de Tren

Cáceres, 10:30h.
He decidido coger el tren hasta Plasencia. No me voy a quitar mucho (unos 80-90km), y no salgo hasta las dos y media de la tarde, pero tras valorar lo que queda, cómo voy y lo que puedo adelantar hoy, creo que es lo mejor. Evidentemente, no me voy a quedar en Plasencia. Cuando llegue, saldré como de toriles, intentando aprovechar lo que adelante. La idea es afrontar esta tarde el Puerto de Béjar, una de las paredes que me quedan hasta Galicia. No voy muy contento, a pesar de que es la mejor decisión. Los que me conocéis, sabéis mi gusto por competir.
Cuando se tuerce un poco el plan, suelo empezar a verlo todo oscuro. Ahora ya no solo Finisterre, sino Santiago, me parecen puntos inalcanzables. Es mi día seis y solo llevo 500km.
Me duelen las piernas, me duele la muñeca derecha, me duelen los hombros,... ¡¡Voy hecho una penica!! 😂 😂 😂
Y está cambiando el tiempo. Ahora vamos a pasar a tardes de tormenta.
Seamos positivos, que ya lo dijo Mister Bunbury: días de borrasca, víspera de resplandores.

jueves, 24 de agosto de 2017

Día Cinco: DAME UNA ESE, DAME UNA U, DAME UNA E, DAME UNA ERRE,...

¡Qué gran jornada!
Necesitaba un día como el de hoy, de cuestas, caminos, comarcales, tractores, fruta, charlas, vacas, toros, caballos, cerdos,... Y tres puñeteras cifras en las piernas.

Estoy a 30 kilómetros de Cáceres, y aún no me lo creo. Dejé de pedalear a las seis, tras parar un rato para comer. Los dos grados menos y unas nubes a las que no he dejado de dar las gracias han venido de dulce.
Anoche estuve de charla con Señor y Señora Svai, a medias entre el inglés y el español que ellos chapurreaban. Se quejaban del calor  y no podían comprender por qué en el albergue no había aire acondicionado. "hozeanjo, ¿cómo no haberrr airecondisionada aquí? Es mushacalorrr!!!". "Pues porque ésto vale ocho euros, pichita, vete a un hotel...". "Ya, ya, es barata esto sitio, pero falta airecondisionada". Pues a Alemania, nenico... ¡Qué quieres que te diga yo!
Entre mis zumos y sus galletas desayunamos esta mañana, y tras un café, nos separamos. "¡Buencamina, my friend!". Qué bonicos son los guiris.

Gracias al dueño de un bar en Castuera, aficionado a los pedales él, he descubierto el Camino del Rey, que me ha llevado sin problemas hasta Don Benito, donde pensaba hacer el giro que comenté ayer, para evitar entrar en Mérida. Y cuando iba a seguir, tras otro café, que me sirve de gasolina, un grupo de ciclistas se paran a charlar. Que si a dónde vas, que si de dónde vienes... Lo típico. Y me han enseñado una ruta hasta donde quería parar hoy, atravesando una sierra preciosa, por un camino de cabras que llevaba a una explotación minera. Flipando estoy todavía, me lo he pasado como un enano.
Y tan contento iba que tras comer he tirado quince kilómetros más. Y aquí estoy, en Aldea del Cano, tan cerca de Cáceres que mañana desayuno allí, en un albergue espectacular para mí solito. Esa sigue siendo la constante por ahora, no me cruzo con nadie, quitando al matrimonio Svai, pero supongo que más arriba sí encontraré compañeros de viaje.

Ya he terminado el camino mozárabe, y entro de lleno en la Vía de la Plata. Grandes recuerdos por aquí de viajes pasados, y de la gente que conocimos, de las rutas que trazamos,... Mi primo, Paco, Antonio...
A pesar del avance hoy, la idea del tren sigue por ahí, revoloteando. No quiero dejar de disfrutar de esta escapadilla por esfuerzos mal gestionados, pero bueno, hoy estoy muy contento. Ya mañana decidiré.

Siempre tengo un día de concentración ciclista durante los viajes, hoy era, se nota por lo que os cuento, pero es que ha sido muy chulo el recorrido. Y además, me quedé sin batería en mitad de la sierra esa... Cómo me gusta que las cosas se compliquen cuando menos falta te hace. Y aún no me creo que haya sido capaz de llegar aquí, sin mapas. Dada mi torpeza, wow... Increíble.
Está siendo una gran aventura este año, y por ahora todas las etapas terminan bien, con mis achaquillos... Pero bien.

¡Sigamos cruzando los dedos!



miércoles, 23 de agosto de 2017

Día Cuatro: DE MANZANAS Y MASTINES

Más cansado de pensar en distancias que de pedalear, arranqué esta mañana dispuesto a entrar en Extremadura, con dos manzanas en los bolsillos del maillot y zumo tropical en una de las botellas. He descubierto que, oye, no está malo calentujo... Se deja beber mejor que el acuarius.
Hasta Hinojosa del Duque del tirón, que temprano se anda mejor, a echarle un ojo a la Catedral de la Sierra, iglesia enorme, aunque parece que estuviera fuera de sitio aquí, entre tanta encina. Y del tirón después hasta Monterrubio de la Serena, donde un tipo se ha ofrecido a acercarme en su furgoneta hasta donde he parado hoy, Castuera. Al tío éste, obviamente, le he dicho que no, pero vete tú a saber... Me habría ahorrado un par de sustos, por lo menos.
Así que tras dos litros de agua y charleta agradable en la casa del pensionista con unos cuantos jubilados, contando de dónde vengo, a dónde voy, y que no tengo ningún  problema mental, que es que uno tiene estas aficiones, arranco dirección a Castuera, donde hoy tenía pensado parar y evitar el calor que abrasa a partir de las dos de la tarde. Camino precioso, mixto, sube y baja, donde ya se masca Extremadura. Y tan feliz va el nene, con sus manzanicas, cuando de no se dónde me aparece un mastín como un diplodocus de grande y empieza a perseguirme.
No hay gel ni bebida energética comparable al chute de energía que te da mirar para un lado y ver un perraco con ganas de hincarte el diente en los gemelos. ¡Eso sí que ha sido un cambio de ritmo!
Bueno, pues eso me ha pasado unas cuatro veces más. Quizás la penúltima ha sido la más jodida, porque he ido todo ese trozo abriendo y cerrando verjas para poder pasar, no por placer ni por añadir un poco más de dificultad a la persecución, es que vas por zonas  privadas a veces. Y qué menos que dejar las cosas como te las encuentras, ¿no?
La verdad es que ha sido divertido, para qué mentir. ¡Mira que me gusta a mí un perro! Y los mastines, más. Si todos los noviembres subo al Cerro Huenes a ver a dos que hay allí, más bonicos que un San Luís (seguro que habéis visto la foto que tengo por ahí), pero estos estaban un pelín enfadados. Luego me he dado cuenta de que iban custodiando rebaños de ovejas, y claro, cuando uno está currando no tiene tiempo para tontás ni distracciones.

Castuera es grande para ser considerado un pueblo. Un sitio que tiene al menos dos estancos, ya para mí es una señora ciudad. Tras cónclave con mi comité de sabios, es decir, mis presidentes de la Pepa, mi familia y mi primo, he decidido quedarme aquí a descansar por hoy. A las 13:30h ya estaba en un bar (¡dónde voy a estar mejor!), y hoy me quedo en el albergue de peregrinos, un sitio espectacular para ocho cochinos euros que me cuesta. Solo estamos tres personas (y Sarah). Una pareja de alemanes (cómo no) que van haciendo el camino hasta Mérida, señor y señora Svai, los llamo. Me han dicho sus nombres, pero no me he enterado. Ellos están en un cuarto y yo en otro, con cuatro camas cada uno. Con los ligeros 43 grados que están cayendo a las ocho de la tarde, no creo que aparezca nadie más. Pero vamos, que si aparece, estupendo. Tengo ganas de hablar con la gente y de encontrar compañía. A veces se hace largo ésto de ir solo.
Un policía que me ha dado el alto por ir en dirección prohibida, que también son ganas de tocar la moral, ha sido el que me ha dado las llaves del albergue. Que si estás loco, que si con este calor a dónde vas hombre, que si ah, bueno, es que en bici es más fácil... Lo de siempre. Acepto que a pie sea distinto, pero no por ir en bicicleta ésto es un camino de rosas. Simplemente avanzas más. Y en menos tiempo. Es lo que tienen mis vacaciones... Que por mí, me pegaba ocho meses, con toda la tranquilidad del mundo. Pero solo tengo dos semanas. ¡Es lo que hay!

Ese tema me tiene mosca, porque empiezo a pensar que no voy bien de tiempo. Por eso, y porque ya decidí ayer que quiero evitar ciudades grandes, mañana no voy a Mérida, sino que trazo hacia otro lado para salir un poco más arriba. También planea sobre mi nuca la idea de coger un tren y ahorrarme unos kilómetros, que igual con estas alertas naranjas no es tan mala idea. Una cosa es competir con uno mismo, y otra que me de un apechusque por ahí. No descarto tirar de Renfe, no.
Pero por ahora, no.

Tengo un hambre canina (mira tú cómo hila el tío) y empiezan a crecer las terrazas de los bares. Y ya se sabe, donde fueres...

¡Salud!

martes, 22 de agosto de 2017

Día Tres: ¡¡ASSSÚCAAAR!!

Parada estratégica en Alcaracejos, aún provincia de Córdoba, a un ratillo de Extremadura, tras cruzarme esta mañana Sierra Morena, sin dejar de subir en tres cuartas partes de la jornada.
Hoy ha sido uno de esos días que Jesús hubiera disfrutado. Presi, hago honor a la peña ciclista (tengo peñas de todo, ofus) vistiendo los colores para afrontar etapas duras. Hasta más de una vez te veía ahí, dos curvas más adelante, esperando al almeriense...
Hoy he tenido la genial idea de inventarme mi propio camino, y he ido a parar a una carretera que no es ni comarcal, para luego volver a meterme en tierra, por un sitio llamado "el camino de la falda de la sierra". Precioso, digno de grandes, y con cambio de paisajes, abandonando poco a poco las lomas plagadas de olivos, por encinares centenarios, urracas y, redoble de tambores, ¡el cerdo ibérico!. Gran anécdota hoy, cuando he intentado colarme en una finca, buscando agua, y se me ha tirado un cerdaco de éstos. ¡Qué cosa más bonica de animal! Si por algo dicen que se aprovechan hasta los andares.
He salido huyendo como una bala. Y no he cogido agua. Ya nos volveremos a encontrar, ya... ¡Que me he quedao con tu cara!.

Este pueblo es chulo. No parece tener nada especial, entre medias de Córdoba y Badajoz, perdido en el mapa, con un cruce de caminos, una piscina, un montón de bares, la discoteca "Kenia", que tiene pinta de sitiazo, y un "Museo de la Matanza" que acabo de visitar. Y el hambre que se me ha abierto es bestial. Y para rematar, hay una exposición sobre el Camino de Santiago. Alcaracejos, qué bonico eres.

Hoy he decidido que no duermo más en capitales. Pierdo mucho tiempo buscando el camino de salida, que es lo que me pasó esta mañana en Córdoba. Bueno, eso, y que cuando cogí a Sarah tenía la rueda delantera pinchada. Entre unas cosas y otras he arrancado sobre las nueve y media y claro, me ha pillado la vez el calor. A las tres he puesto pie en este cachito de tierra. Ducha, siesta, cálculos, café y blog. La rutina.

Salva llegó esta mañana a Santiago (enhorabuena, campeón) y a mi se me llevan los demonios al pensar en lo que me queda. El día tres siempre es así. Mañana es más que probable que me pegue un buen tute, con la venia de mis piernas, porque ayer di la nota en la plaza de la corredera, con un "Rafa Nadal" digno de ser grabado. ¿Os acordáis de esa rueda de prensa en la que le dio un tirón? Pues oye, igualico. La gente de alrededor, una vez se me pasó, se descojonaba, y yo también, claro. Entiendo que es normal, llevo un ritmo más alto que el año pasado, pero voy a empezar a recurrir a la fruta. Hoy me he puesto fino de gominolas entre monte y monte, y hasta pedaleo más contento. El agua se me acaba pronto. El acuarius no me motiva nada. Y la cerveza no la puedo llevar en los botes, o no debería...
Así que lo dicho... ¡¡ASSSÚCAAAR!!

Mañana más, guap@s. ¡Ah! Gracias por todos los comentarios. Pomelo, Juan, Carlos,... Me parto cada vez que os leo, y a cada frasecilla que dejáis, me siento más orgulloso de formar parte de vuestra vida. Tengo mucha suerte.
Por sacaros de dudas, no fui a misa en Alcalá la Real, igualo el nivel cervecil con el de agua cada tarde-noche y sí, el salmorejo está más rico por aquí. :)

Carletto, éste es el sitio, tío. A criar cerdos, a curar encinas y a jugar al dominó. Y para rematar, tienen alhambra, de la dorada. ¡Foh! Y lo que se tercio...

Voy a por la fruta, chic@s. Manzanas. Muy fan de las manzanas.
¡Se os quiere y se os admira!

lunes, 21 de agosto de 2017

Día Dos: AL QUE MADRUGA...

Córdoba me recibe hoy, con su mezquita, su salmorejo y sus aires acondicionados.
A las dos y media de la tarde, cuando ya realmente aprieta el calor, he llegado a la ribera del Guadalquivir, tras una mañana de precioso pedaleo, serpenteando al final por la N-432, de un lado a otro, entre lomas de olivos y cauces secos. No me gustan demasiado las carreteras nacionales, van cargadas de tráfico y gente que lleva demasiada prisa. Se me olvida que el mundo no está de vacaciones. Sólo yo. Pero los camiones pasan demasiado cerca, los coches pitan demasiadas veces y los motoristas aceleran demasiado fuerte. Es el trazado de la Ruta del Califato, otra para añadir a la lista.
Hoy me he gestionado bien, recuperando algo de terreno de ayer. La idea inicial era seguir un poco, pero entre las dos y las siete de la tarde se rondan los 44 grados. No apetece hacer nada... Y lo siguiente es Sierra Morena. Mañana. Mejor, mañana.
Cómo se reducen mis necesidades cuando me embarco en un viaje de éstos... Solo pienso en hidratarme, comer, ducharme, echar una siesta... No hay nada más. A veces piensas en unos y otros, en el blog, en cualquier canción que sin saber por qué no dejas de escuchar en tu cabeza... Hoy ha sido, atención, la de "Opá, yo viacéun corráh". Vete tú a saber por qué.
Pero quitando eso... No hay nada más. Ni teléfono, ni trabajo, ni cosas por hacer... Solo pedalear, avanzar poquito a poco, atravesando caminos  por los que no pasaría nunca, y aprendiéndome los mapas para no salirme del trazado, en busca de sitios donde echar un café y llenar los botes, porque un pueblecito se convierte en un oasis cuando al entrar puedes comprar un par de botellas de agua fresca. Puede ser que hoy me haya bebido unos diez litros durante la mañana, no exagero. Los mismos que sudo. La ropica huele hoy que da gloria, pero he encontrado un sitio espectacular donde quedarme.  
Estoy atracado en la Pensión Alcázar, única alternativa al albergue de peregrinos. Es curioso lo de las ciudades grandes, a veces hay más opciones en pueblachos perdidos de la mano de Dios. Fernando me dice que no tiene sitio, hasta que le digo que vengo haciendo el Camino de Santiago. "Ah, pero... ¿¿¿Eres peregrino???" Le digo que "bicigrino, más bien... Pero sí, sí que lo soy". "Entones vente pacá, hombre, que algo te apañamos".
Dicho y hecho. Y me recibe una señora entrañable, no como la guerrillera de ayer. Y me dan un cuarto enorme, con cama grande, ventilador, televisión y balconcito, y me dice dónde está la lavadora y cómo funciona, y que si quiero puedo coger esa manguera para limpiar la bici. Y hasta coge ella los bártulos y los lleva a la habitación. "A los peregrinos hay que ayudarlos", me dice, mientras se despide. "Bueno, yo me llamo María, y si necesitas algo estoy en la cocina. Como dice la canción".
¡Pero no tengo ni idea de qué canción es!
Espero no necesitar nada...

domingo, 20 de agosto de 2017

Anexo Uno: La Señora

- ¿Qué hora es, joven?
- ¿Cómo dice, señora?
- ¿¿¿Es que no tiene reloj???
- Eehmmm... ¡Sí, si! Las cinco y media.
- ¿¿¿Las cinco y media???
- Sip... Y media. Las cinco. Las cinco y media, vamos.
- ¿¿¿Pues no dicen que no hay misa???
-..... ¿Cómo?.....
- ¡¡¡Que dicen que no hay misa!!! ¡¡¡Y son ya las cinco y media, joven!!!
- Ya... ¿ Y a qué hora es la misa?
- ¡¡¡Pues a las ocho!!! ¡¡¡A qué hora va a ser!!!
- Aham... Bueno.. Hay tiempo aún... Estooo... ¿Sabe usted a qué hora abren el hostalillo este?
- A las ocho.
- ¿A las ocho abren?
- ¿¿¿Qué???
- El hostal...
- ¿¿¿Qué hostal???
-..... Éste de aquí, señora...
- ¡¡¡Y yo qué se de hostales!!! ¡¡¡Que a las ocho es la misa!!! ¡¡¡Y en esta iglesia de aquí!!!
-.... Aham...
- ¡¡¡Irá usted!!! ¿Verdad, joven?
- Claro que sí. Allí nos vemos a las ocho.
- Pero cambiese de ropa, que menuda pinta para ir a misa...
- Me ducho y me cambio, no se preocupe.

- ¡¡¡Buenas tardes, joven!!! 

- Buenas tardes, señora.

Alcalá la Real.
17:30h.
True Story.

Día Uno: LUCE EL SOL, OLA DE CALOR

Con los ecos de Sil Fono rebotando  por mi cabeza y tres horas dormidas, empecé esta mañana a pedalear. Y en Alcalá la Real, tierra de olivos, lo dejo por hoy.

Es la primera vez que empiezo un viaje desde la misma puerta de mi casa. Se me dibuja la sensación de que solo salgo a entrenar, como cualquier otro domingo, pero al colocar las alforjas vuelvo a recordar que lo que toca es una ruta "larguilla". Cerrar persianas, sacar la basura, apagar el WiFi... Tardo más de lo previsto en salir. El sueño se me ha encadenado a los pies. Café. El tercero ya. Vamos, chico.
Como siempre, me he equivocado de camino. No falla que el primer día no sepa orientarme con los mapas y los tracks que sigo. Y como siempre, me he tragado una subida no planeada. Así que, como siempre, el primer día no ha ido todo lo bien que yo esperaba en cuanto a distancias y esfuerzos. Y por eso estoy en Alcalá la Real, a 37 señores grados, zampándome un helado de chocolate, que a pesar de todo creo que merezco, y en modo niña del maps, esto es, recalculando.
No me preocupa demasiado no haber llegado hoy a donde pensé, porque las teorías en papel son maravillosas, pero son eso, teorías. Ésto es una carrera de fondo y yo soy más gregario que líder de equipo, más de gestionar energías que de agotarme día sí día también. Y además, es que hace un calor... :)
Creo que llevo con esto de las escapadas en bici unos siete años, y el patrón se cumple. Lo de liarme con los mapas, las antiguas lesiones, los ruidos de Sarah, las alforjas mal sujetas, la batería del móvil que se me agota... Y la felicidad total y absoluta al estar ya entrampado hasta las cejas en esta nueva ida de pistón. Benditas locuras, que me hacen sentirme más vivo que nunca. Ya veremos si vuelvo... ¡O si me quedo por ahí, en cualquier pueblo, trillando trigo!

Ésto es, para mí, la vida chula.

Ésto es lo que me hace libre, y así de libre lo digo.

sábado, 19 de agosto de 2017

Interludio Dos: La previa

Doce horas y un concierto de Neuman por todo lo alto. Eso es lo que falta para empezar, tras un día de revisiones, alforjeo y engrase, sobre todo engrase. Mental.
Llevo tanto hablando del viaje, y tengo tantas ganas de empezar a surcar caminos que no consigo que se me borre la sonrisa del alma, y no podía tener mejor previa, que estar a 10 grados en un concierto y con mi gente es digno de reyes.
Durante los próximos diez o doce días os cansaré con eso de que estas historias están al alcance de cualquiera, pero hoy, y probablemente solo hoy, me voy a permitir el lujo de pasarme la manica por el lomo, porque voy a meterme en una señora aventura, seamos honestos.
Pero no es el reto físico, ya lo sabéis. Es esa sensación de libertad, de libertad total y extrema, esa que empieza en la nuca y te vertebra hasta los tobillos. Esa que puedo casi masticar y que alimenta cada día del año, y que costará tanto dejar atrás cuando se acerque el fin.
Y en este rinconcito nuestro, como la última vez, os mantendré actualizados, intentando haceros comprender algo que no sé explicar... Pero lo intentaré. Así que, una vez más, y mil si hicieran falta, el agradecimiento por bandera. Sois necesarios, queridos. No me faltéis.

Dios bendiga a los bandidos porque sigamos estando en el filo.

lunes, 14 de agosto de 2017

En el rincón de pensar

Elogiar estas piedras a estas alturas de mi vida ya se me hace difícil. Los que me conocéis sabéis de sobra cómo se me enciende la mirada cada vez que hablo de Cabo de Gata. Cada rincón de estas veintitantas calles, coronadas por un paseo que yo conocí de tierra, es especial para mí, y no me queda mucho más que añadir.
Aquí estoy fondeado, en el penúltimo cachito de costa puro, donde los relojes dejan de funcionar y la vida se abre camino a golpe de supervivencia y sal. Donde las gaviotas posan para grandes angulares y el agua baila delante de tu nariz. Donde los lunes se despiertan vacíos y el pescado se compra en la orilla, tras la tríada café-periódico-pan. Donde no puedo estar más tranquilo. Donde no sé ser infeliz. Donde mi vida es mía y solo mía, hasta que mis sobrinas me obligan a hacer lo que ellas quieren. Donde a veces soy Jose y otras veces soy Pepe el del fútbol o el de la bici, o el granaíno, o el hermano de Pilar. Donde mi vida chula sabe aún más chula si cabe.

Aquí pedaleo al sentir levantarse el sol por un trazado que conozco al dedillo, con paradas técnicas en calas escondidas y fin de etapa en el bar de las niñas, mientras espero  a levar anclas en breve, llenándome los bolsillos de instantes robados a este parque natural, que parece que solo vista sus mejores galas cuando disparo y disparo, porque aquí dos horas de fotografía enseñan como clase magistral. Son estas tranquilidades las que alimentan mi creatividad. El mérito es de la tierra que me rodea, sin duda.

Aquí se van a quedar todos los pánicos y los agobios pre-pedaleo, y de aquí me iré con excedente de energía y sonrisa, porque es de mis  miedos de donde nacen mis corajes, en este rincón de casas bajas que enarbolan bandera pirata y siluetas de flamencos, eternos pobladores, dueños de las salinas, espectáculo natural que perdura a pesar de los pesares. Crucemos los dedos.
"Me hice una guía que no ha salido aún de la mochila. Solo se dónde empiezo y dónde termino, y más o menos la línea que quiero seguir", le cuento a la seño en el filo de la playa, con el segundo café. Y justo en ese momento aparece por la esquina un hombre en bici, con alforjas, mapas, botellas y pelo cano. Reflejo de mí, y de tantos que se echan a los caminos.
Ya vienen las ganas. Ya me hormiguean los pies. Ya Sarah me pregunta cuándo.
Ya casi casi empezamos.

jueves, 10 de agosto de 2017

Interludio Uno: Sentido

Todo listo. Todo. Cuento las horas para empezar y los ocho días que quedan me queman, el reloj no avanza. Calmo la sed siguiendo las andanzas de Salva, grande entre grandes, que está inmerso en una aventura similar. Déjate una ronda pagada en Santiago, chico, no seas miserias. Porque llegas, seguro que llegas. Todos mis ánimos desde este rincón, amigo.
Mañana Sarah y yo llegamos al primer puerto, donde no pienso descansar. Entrenos de mañana y tarde, como los pros, para coger el tono necesario, que no queremos desafinar en ésta más que probable última ronda ciclista de dos semanas, que ya uno empieza a pintar canas, y añoranzas de sofá.

Vuelvo a casa, a teñirme de sal, de amor de familia, de remanso de paz y flamencos, siestas pre-almuerzo y reajuste mental. Hace trece meses que no cato unas vacaciones, ya está bien. La vida me debe una desconexión a las puertas de las cuatro décadas. Seamos justos. Me lo he ganado.

Podría no moverme de la orilla, quedarme quieto y aprender a respirar despacio, pero vivir en mi cabeza es difícil, no suelo contentarme con lo que consigo. No me gustan los conformismos, aunque entiendo el mundo en el que vivo y las reglas que lo rigen. Este "me voy a perder por ahí pero te lo voy a contar en un blog". A veces necesitamos tiritas en el alma.
Es todo cuestión de sentirse vivos, ¿no? Ese querer dejar de ser una oveja entre rebaño. Esa necesidad de trascendencia. Todo es cuestión de arriesgarse.

Y a eso no me gana nadie, por mucho que se piense por ahí. Porque soy de jugármela, de vivir en el filo y de no arrepentirme de lo que hago. De pensar poco y cada vez menos. De equilibrarme a base de desequilibrio y barquinazos, de tropezar una y otra y otra vez más sin miedo a las tardes de reposo forzado y llanteras vespertinas. Que estamos aquí solo un rato y mi rato va a ser el mejor.
Dicen los japoneses que todos tenemos tres caras. La primera cara es la que muestras al mundo. La segunda solo se la muestras a los seres más cercanos. Y dicen que la última cara no se la muestras a nadie. Que esa es exclusivamente para ti. Es el único y más real reflejo de lo que eres. Es la que te da paz, o la que no te deja dormir. El tatemae, lo llaman, y sé de lo que hablo, que yo este año tengo la suerte de contar entre los míos con clases exclusivas de pensamiento nipón. Grande eres, Koike San. Loviuh cosa mala.
Ni sé , ni quiero plantearme, cuál de las tres os muestro. Y ni sé, ni quiero plantearme, el gasto emocional que supone. Y volvemos al principio del círculo: correr riesgos.
La vida es más chula cuando te equivocas. Y a pesar de lo que digan, los errores no enseñan. Sencillamente, los cometes. Y se repiten. Y eso es lo que te hace sentir vivo, pleno y real.
Así que, amigo, arriesga. Equivócate, toma malas decisiones, ponte en la picota. Juégatela de vez en cuando, apuesta a caballo perdedor y envida a grandes con tres pitos cuatro.
Ese es el verdadero sentido de todo ésto que llamamos vivir.