lunes, 21 de agosto de 2017

Día Dos: AL QUE MADRUGA...

Córdoba me recibe hoy, con su mezquita, su salmorejo y sus aires acondicionados.
A las dos y media de la tarde, cuando ya realmente aprieta el calor, he llegado a la ribera del Guadalquivir, tras una mañana de precioso pedaleo, serpenteando al final por la N-432, de un lado a otro, entre lomas de olivos y cauces secos. No me gustan demasiado las carreteras nacionales, van cargadas de tráfico y gente que lleva demasiada prisa. Se me olvida que el mundo no está de vacaciones. Sólo yo. Pero los camiones pasan demasiado cerca, los coches pitan demasiadas veces y los motoristas aceleran demasiado fuerte. Es el trazado de la Ruta del Califato, otra para añadir a la lista.
Hoy me he gestionado bien, recuperando algo de terreno de ayer. La idea inicial era seguir un poco, pero entre las dos y las siete de la tarde se rondan los 44 grados. No apetece hacer nada... Y lo siguiente es Sierra Morena. Mañana. Mejor, mañana.
Cómo se reducen mis necesidades cuando me embarco en un viaje de éstos... Solo pienso en hidratarme, comer, ducharme, echar una siesta... No hay nada más. A veces piensas en unos y otros, en el blog, en cualquier canción que sin saber por qué no dejas de escuchar en tu cabeza... Hoy ha sido, atención, la de "Opá, yo viacéun corráh". Vete tú a saber por qué.
Pero quitando eso... No hay nada más. Ni teléfono, ni trabajo, ni cosas por hacer... Solo pedalear, avanzar poquito a poco, atravesando caminos  por los que no pasaría nunca, y aprendiéndome los mapas para no salirme del trazado, en busca de sitios donde echar un café y llenar los botes, porque un pueblecito se convierte en un oasis cuando al entrar puedes comprar un par de botellas de agua fresca. Puede ser que hoy me haya bebido unos diez litros durante la mañana, no exagero. Los mismos que sudo. La ropica huele hoy que da gloria, pero he encontrado un sitio espectacular donde quedarme.  
Estoy atracado en la Pensión Alcázar, única alternativa al albergue de peregrinos. Es curioso lo de las ciudades grandes, a veces hay más opciones en pueblachos perdidos de la mano de Dios. Fernando me dice que no tiene sitio, hasta que le digo que vengo haciendo el Camino de Santiago. "Ah, pero... ¿¿¿Eres peregrino???" Le digo que "bicigrino, más bien... Pero sí, sí que lo soy". "Entones vente pacá, hombre, que algo te apañamos".
Dicho y hecho. Y me recibe una señora entrañable, no como la guerrillera de ayer. Y me dan un cuarto enorme, con cama grande, ventilador, televisión y balconcito, y me dice dónde está la lavadora y cómo funciona, y que si quiero puedo coger esa manguera para limpiar la bici. Y hasta coge ella los bártulos y los lleva a la habitación. "A los peregrinos hay que ayudarlos", me dice, mientras se despide. "Bueno, yo me llamo María, y si necesitas algo estoy en la cocina. Como dice la canción".
¡Pero no tengo ni idea de qué canción es!
Espero no necesitar nada...

2 comentarios:

  1. Que bueno el salmorejo, me hago pedazos.
    Tiene peligro que se te meta una canción en la cabeza.
    Ánido bicigrino !!!

    ResponderEliminar
  2. Agua fresca?? Jesus... Veo q ya va escaseando la Alhambra, o lo q se tercio...

    ResponderEliminar