lunes, 28 de agosto de 2017

Día Nueve: SABÍA QUE VENDRÍAS

Con un ojo en el móvil y otro en el cielo salí esta mañana de Zamora, cansado de descansar y con dos cafés, mi gasolina. No se cuántos me tomaré al día. Cuatro, cinco, seis... Ya no pido agua, hay fuentes en todos lados, y aquí ya no sale tibia, aunque siguen diciéndome que "con este calor no se puede vivir". Veinticinco grados lo más alto que he visto últimamente. Me río yo del verano aquí arriba.
Como las diez mil aplicaciones del tiempo que he probado no aciertan ni de cerca, me fío más de mi intuición, que suele ser nula para casi todo menos para el clima. Uno, que en los últimos años se ha hecho mucho al montañeo.
El viento de cara durante casi toda la mañana me ha llevado un poco retrasado. No es que fuera muy intenso, algo molestaba, pero iba bien, repartiendo las nubes por lo que yo me iba dejando atrás. Hasta que a eso de la una de la tarde, en Benavente, donde no he podido comer porque creo que he parado en el peor bar de España, ha cambiado el viento, y con ello mis planes.
A pesar de todo me he quedado a veinte kilómetros de donde quería dejarlo hoy, Astorga. Estoy en La Bañeza. Y quince minutos después de ducharme, se ha puesto a tronar y llover. Ojo clínico tiene el tío para ésto de las nubes. Definitivamente, me equivoqué de carrera.

Castilla y León es un paraíso, no es nada que vaya yo a descubrir ahora, y este último tramo de la Vía de la Plata es digno de hacer. Y añadirle el componente estrés con estos cielos tan oscuros ya es realmente gratificante. Lo digo ahora, dentro de una cafetería, duchado y oyendo replicar la lluvia contra los cristales. Si me llega a pillar pedaleando...

Ayer, como tuve tanto tiempo para pensar, entre birra y birra le dí mil vueltas a lo de ir al Decathlon de Zamora. Pros, aprovisionarme de todo lo que me me va a hacer falta para estos últimos días. Geles, fundas para las alforjas, chubasquero,... Contra, que no abren hasta las diez. Así que tiré de imaginación, y de los chinos: un poncho de lluvia por 1'50€ que espero no tener que usar, porque parezco el malo de "Se lo que hicísteis el último verano", unas chocolatinas que casi no han llegado a esta mañana, unos "emanéms", qué maravilla, y atención... Un rollo de cuarenta bolsicas de basura. Toma ya.
Leí en no se qué blog que para proteger las alforjas van de lujo, si las que llevas no son impermeables. Maldita la gana que tengo de probar el invento, ojo... Pero bueno, para una urgencia... 😂 😂 😂

Mañana será el día más importante de todo el trayecto. No es duro al principio, pero por la tarde quiero hacer O Cebreiro. Porque sí, amigos, mañana entro en Galicia. Tras nueve días, 85 kms en tren y 810 en las piernas, el día más exigente será mañana, por altura, clima y perfil. Y ya estoy deseando empezar. Al final va a ser cierto eso de que no estoy demasiado bien de la azotea.
Yo no valgo para tumbonas y mojitos, ni para pulseras de all included y paseos en bus. A mí lo que me gusta es ésto. Que se arme la mundial justo cuando estoy subiendo un puerto, que haga frío, que cada minuto sea un pasito más hacia delante, con los dientes apretados y las manos llenas de barro. Por mucho que me queje, es lo que realmente me atrae. Es lo que me hace sentir vivo, el esfuerzo y las ganas de superar obstáculos. Cuando pasas un día así, la cerveza de después sabe a gloria.

Porque si no hay cerveza después, entonces, no cuentes conmigo.

1 comentario:

  1. Te veremos en la próxima temporada de pesadilla en la cocina ??? Mira que hay bare..., que lastimica.
    810 km que llevas yá, ole tú ...
    Mañana Galicia, si hace ná y menos que saliste. Eres un bicharraco.
    Ánimo !!!!

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