jueves, 31 de agosto de 2017

Y ahora... ¿Qué?

Pues ya está. Vuelo chárter La Zubia  Santiago de Compostela, completed.
Calor, frío, vientos, lluvias, granizo, niebla, lesiones, asfalto, camino, bosques, llanuras, puertos, cuestas, ríos, vacas, cabras, perros, cerdos, ciclistas, peregrinos, conversaciones, alemanes, italianos, portugueses, japoneses, albergues, hostales, talleres, sustos, miedo, euforia, desesperación, valor, soledad, sudor, bares, cerveza, café, mil y pico kms, alforjas, dos pares de guantes, unos manguitos nuevos, una sudadera nueva, un poncho de los chinos, treinta y tres bolsas de basura, Fisterra clavado en el corazón, un blog, mi niña y yo. Y se acabó.

Una vez más, gracias a todos por leer y acompañarme, ha sido divertido ir contando todo y haceros parte de mi cuarto, y probablemente último, camino de Santiago.
Os recuerdo que tenemos pendiente lo de ir a Finisterre... No os perdáis mucho, que igual lo hacemos antes de lo que pensamos...

Queda pendiente contar el último día, pero para eso hay que tomarse unas cañejas, así que, queridos, nos vemos en los bares.
;)

miércoles, 30 de agosto de 2017

Día Once: DE NUESTROS MIEDOS NACEN NUESTROS CORAJES.

Era hoy. Mi día era hoy.
No creo que sea capaz de contar todo en estas "y pico" líneas, ahora mismo lo tengo todo muy mezclado en la cabeza, y además, estoy muy cansado.
Por resumir, estoy en Triacastela, a unos ciento y poco, muy poco, de Santiago. Ayer me equivoqué mirando la guía, creía que estaba más cerca. Me di cuenta con el segundo café esta mañana, pero como el plan era no mirar demasiado los mapas... Pues eso, adelante y a ver hasta dónde.
Con esa idea he tirado sin mayores problemas, excepto un tirón en la pierna derecha que me ha obligado a parar un rato, pero todo bien, ya lo esperaba y venía preparado.

Empezó a llover pronto, sobre las doce. Al principio era apenas imperceptible, pero pasados unos quince minutos he puesto en marcha la Operación Garbage Bag. Dos en cada alforja. Inventazo. Y así, de negro, y con el chubasquerillo que llevaba cada vez menos water proof, sube que te sube, sin apenas darte cuenta, pero venga a subir, hasta que han llegado los diez kilómetros más duros que he hecho jamás. No por el perfil, que también ha sido jodido, sino porque no ha dejado de llover y se han unido a la fiesta una niebla espesa y el viento en contra. Día de reyes hoy, a 10 grados, empapado hasta los ojos y con una sonrisa por bandera, con un par.
La mayoría de ciclistas que he visto se han dado la vuelta, quitando a los que llevan bici eléctrica y/o van sin alforjas, que los hay a manta. Día de reyes, de los grandes reyes. De pelear mucho y apretar los dientes. Muy duro. Aún tengo los dedos como después de una sauna. Bestial.
Me he puesto serio, serio de verdad, cuando me quedaban dos picos y la lluvia se ha vuelto, digamos, intensa, porque ya iba bastante cansado y helado de frío. Así que sin pensarlo demasiado, y mira que yo soy pudoroso para esas cosas, me he quedado en bolas debajo de un horrio y, con unas vacas se expectadoras, he sacado mi toalla, sequita gracias a las bolsas de basura, y ropa limpia. Pa haberme grabao, vamos.
He aguantado dentro de un albergue, lleno de gente que no quería seguir (por lo que no me podía quedar), escuchando las quejas de un alemán en bici, que dice que en España las cosas son muy raras y que la siesta no es un buen invento (tira y arde, camarada), hasta que ya no he podido más y, tirando de poncho (Omg, sé lo que hicísteis el último verano), y con una fuerza de  voluntad que no sé de dónde saco, he llegado hasta aquí.
Y aquí está el tío, en plan Pekín Express, porque tengo fijado un coche de alquiler para el viernes y ya no se si llego, echándose una cerveza, mientras Sarah, la auténtica campeona de todo este tinglado, descansa en unas caballerizas.

Lo de hoy ha sido realmente jodido. Intento darle un plus de gracieta al tema, pero he rozado mi límite. Mi primo y mis Presis pueden corroborarlo, que han sido ellos de quien he tirado cuando he pasado el peor momento. Sois grandes. Gracias mil, zagalada.
Galicia me recibió como esperaba, a lo grande. Qué tierra más maravillosa ésta, y qué gran aventura la de hoy. Voy a cenar algo y a dormir como un bendito, porque me lo he ganado, hoy sí, y porque ya no puedo más. Pero para lo que me queda... Habrá que tirar de bemoles. O no.
Que eso del sí, el no y el depende, es muy muy gallego.

martes, 29 de agosto de 2017

Día Diez: QUE RECALCULE BLAS

Con qué facilidad se puede torcer todo. Un poco de barro es lo que me hace parar en Ponferrada, tras la historia del anexo cuatro y los problemas mecánicos de Sarah. ¡Qué de cosas están pasando este año!
No ha ido como esperaba, es cierto, pero podía haber sido mucho peor. El fallo de los platos podía haber sido en "vetetuasaberdondedelcamino", pero ha sido en Astorga, una pedazo de ciudad. Hasta he tenido suerte. Y con esa idea he avanzado hasta aquí, tras subir la Cruz de Hierro, qué chulada de sitio. Entre montes leoneses y riadas de peregrinos, pocos españoles, y al son del "¡Buen camino!", está Jose por estas calles templarias, y lo que se tercio. Eso que no falte.
Es gracioso lo del "¡Buen camino!". Solo dos veces me han contestado lo mismo. Lo demás han sido cosas como "buena camino, buen camina, bon camina,...". El mejor de todos, el que se lleva el premio, el "¡Buen Comino!". 😂 😂 😂 😂
Y es que hay una riada de gente por aquí... Tremenda. Y casi todos, claro, extranjeros. Y ciclistas, pocos, pero también hay. Y con esos no me llevo bien. Esta tarde la he tenido con uno. Se veía venir.
Dice la guía que llevo que me quedan 160 km para terminar, y ya me está entrando eso que me da siempre que veo el final. No quiero terminar. No quiero no quiero no quiero. A pesar del calor, del frío, del agua (hoy no ha llovido nada de nada, por cierto), del mal dormir, del mal comer, de los problemas mecánicos,... Me gusta esta sensación de no saber qué puede pasar mañana. Lo cual, por cierto, me ha hecho decidir que no pienso planear nada más estos próximos días. Sé por dónde tengo que ir, y sé a qué hora voy a empezar. Y lo demás, como es tan frágil... Pues nada. Lo que no puedo controlar no es un problema, porque no depende de mí.
Total, que no quiero terminar.

Una vez más, gracias por estar todos ahí. Lo de dar tanto el tostón hoy es porque, sinceramente, me he acojonado un poco cuando Sarah no tiraba. Pero es reconfortante saber que si me pasara cualquier cosa, podría contar con vosotros. No me canso de decirlo. Tengo mucha suerte de teneros en mi vida.

Sobre la piedra: es tradición que todo peregrino cargue con una piedra, que pertenezca a su lugar de origen, y la deje en la cruz de hierro, el punto más alto del Camino Francés. La piedra simboliza todo lo que has hecho mal, todos tus "pecados", y al dejarla allí, te liberas. También dicen que la piedra debe ser tan grande como el mal que hayas hecho. Lo del tamaño ya lo dejamos como opinable. No quería cargar con una piedra de mármol en las alforjas.
La piedra que yo he dejado llevaba conmigo desde septiembre del año pasado, cuando decidí que iba a hacer este viaje este año. La cogí de la playa de Cabo de Gata y la metí en la cartera, y ahí ha estado hasta hoy. Así que si algo hice mal, ahí arriba de ha quedado, y sirva el gesto para pedir disculpas si en algo me equivoqué.
Y seguro que el esfuerzo de subir ya no se me olvida.
Por muy pequeña que sea la piedra, que lo era.

Anexo Tres: LA NIÑA TAMBIÉN SE CANSA

En Astorga Sarah ha dicho que paramos. He tenido un problema con los cambios de plato. Parece que, como todo el camino está embarrado, una piedra ha entrado en el cable de cambios y lo ha pelado, o algo así... Total, que después de dar mil vueltas por Astorga e ir a parar a dos tiendas cerradas, he llegado a Liébana Bike. Y todo solucionado.
El siguiebte problema es que llevo dos horas aquí parado, por lo que la etapa la voy a tener que dividir en dos. Menos mal que voy con algo de margen. Pero ya no puede pasar nada más, porque si no os va a tocar a alguno venir a buscarme. Si ya tenía claro que en Santiago levanto el pie, este revés me lo confirma.

Grande mi Sarah, a pesar de todo. Lleva conmigo más de seis años y habremos hecho unos 50000 km juntos. Todos mis respetos, campeona.
Almuerzo rápido y arreando, que Galicia sigue ahí, esperándome.

En cuanto me tome otra cañina.

lunes, 28 de agosto de 2017

Día Nueve: SABÍA QUE VENDRÍAS

Con un ojo en el móvil y otro en el cielo salí esta mañana de Zamora, cansado de descansar y con dos cafés, mi gasolina. No se cuántos me tomaré al día. Cuatro, cinco, seis... Ya no pido agua, hay fuentes en todos lados, y aquí ya no sale tibia, aunque siguen diciéndome que "con este calor no se puede vivir". Veinticinco grados lo más alto que he visto últimamente. Me río yo del verano aquí arriba.
Como las diez mil aplicaciones del tiempo que he probado no aciertan ni de cerca, me fío más de mi intuición, que suele ser nula para casi todo menos para el clima. Uno, que en los últimos años se ha hecho mucho al montañeo.
El viento de cara durante casi toda la mañana me ha llevado un poco retrasado. No es que fuera muy intenso, algo molestaba, pero iba bien, repartiendo las nubes por lo que yo me iba dejando atrás. Hasta que a eso de la una de la tarde, en Benavente, donde no he podido comer porque creo que he parado en el peor bar de España, ha cambiado el viento, y con ello mis planes.
A pesar de todo me he quedado a veinte kilómetros de donde quería dejarlo hoy, Astorga. Estoy en La Bañeza. Y quince minutos después de ducharme, se ha puesto a tronar y llover. Ojo clínico tiene el tío para ésto de las nubes. Definitivamente, me equivoqué de carrera.

Castilla y León es un paraíso, no es nada que vaya yo a descubrir ahora, y este último tramo de la Vía de la Plata es digno de hacer. Y añadirle el componente estrés con estos cielos tan oscuros ya es realmente gratificante. Lo digo ahora, dentro de una cafetería, duchado y oyendo replicar la lluvia contra los cristales. Si me llega a pillar pedaleando...

Ayer, como tuve tanto tiempo para pensar, entre birra y birra le dí mil vueltas a lo de ir al Decathlon de Zamora. Pros, aprovisionarme de todo lo que me me va a hacer falta para estos últimos días. Geles, fundas para las alforjas, chubasquero,... Contra, que no abren hasta las diez. Así que tiré de imaginación, y de los chinos: un poncho de lluvia por 1'50€ que espero no tener que usar, porque parezco el malo de "Se lo que hicísteis el último verano", unas chocolatinas que casi no han llegado a esta mañana, unos "emanéms", qué maravilla, y atención... Un rollo de cuarenta bolsicas de basura. Toma ya.
Leí en no se qué blog que para proteger las alforjas van de lujo, si las que llevas no son impermeables. Maldita la gana que tengo de probar el invento, ojo... Pero bueno, para una urgencia... 😂 😂 😂

Mañana será el día más importante de todo el trayecto. No es duro al principio, pero por la tarde quiero hacer O Cebreiro. Porque sí, amigos, mañana entro en Galicia. Tras nueve días, 85 kms en tren y 810 en las piernas, el día más exigente será mañana, por altura, clima y perfil. Y ya estoy deseando empezar. Al final va a ser cierto eso de que no estoy demasiado bien de la azotea.
Yo no valgo para tumbonas y mojitos, ni para pulseras de all included y paseos en bus. A mí lo que me gusta es ésto. Que se arme la mundial justo cuando estoy subiendo un puerto, que haga frío, que cada minuto sea un pasito más hacia delante, con los dientes apretados y las manos llenas de barro. Por mucho que me queje, es lo que realmente me atrae. Es lo que me hace sentir vivo, el esfuerzo y las ganas de superar obstáculos. Cuando pasas un día así, la cerveza de después sabe a gloria.

Porque si no hay cerveza después, entonces, no cuentes conmigo.

domingo, 27 de agosto de 2017

Día Ocho: ATASCO EN LA NACIONAL

La lluvia me ha dado el alto en Zamora, a la una de la tarde.
Harto de chaparrones, sol, chaparrones, nubes y más chaparrones, decido levantar el pie aquí, tras setenta entretenidos pero miserables kilómetros.
Este trozo es aburrido, lo haces casi entero por nacional, que va vacía porque al lado hay una señora autovía, y apenas hay perfiles duros. Es todo bajar y subir de pueblo en pueblo. Solo el hecho de que llueva le añade algo de emoción al tema, pero ya me lo dijeron ayer en Salamanca. Por delante te queda lo más feo, hasta que no toques Galicia.
Viendo el panorama, y tras la retahíla de truenos, tenía la opción de quedarme en Salamanca, o adelantar un poquito hasta Zamora. Y como uno es cabezota, habemus Zamora. Pero eso sí, hecho una sopica. Cómo cambian los planes en tan poco margen de tiempo es algo que me sobrepasa. Estar expuesto a todo es lo que tiene... Y el recuerdo de Portugal, hace dos años, no se me va de la cabeza. En aquel viaje vi el sol dos veces, y una de ellas en la tele. Desde entonces, nene no gustar pedalear bajo la lluvia.
El motivo de quedarme aquí y no seguir adelantando, además del clima, es por temas logísticos. Hay más opciones para domir. Tienen Decathlon, que me va a venir de lujo mañana porque necesito alguna cosilla y, recordando de nuevo que estoy de vacaciones, esta ciudad tiene pinta de ser más bonita que Granja de Moreruela... Con todos mis respetos a Granja de Moreruela.
Así que nueva tarde de relax, estirar gemelos y trazar líneas. Y concienciarme de lo que realmente queda, una vez salga de Castilla y León. Viene Galicia, con sus perfiles y sus cambios de tiempo, que capearemos lo mejor posible, pulpo y Ribeiro mediante, que no todo va a ser sufrimiento.

Sé que parar ha sido la mejor de las opciones, pero que sea por obligación... Eso es lo que me saca de quicio. Y siendo sincero, me viene de lujo tomarme la tarde libre, si pretendo afrontar con fuerzas esta última parte. Sarah y yo ya vamos un poco renqueantes, que hace una semana salíamos de La Zubia.
Empiezo a ver cada vez más claro que no creo que llegue a Finisterre. Otra vez más me voy a quedar a las puertas, en la Catedral de Santiago. Que sí, que ya es mucho... Pero lo del epílogo lo tengo clavado en el mismo centro del pecho. Que viene lluvia. Vale. Que empieza a hacer frío. Vale. Que son dos días más, y ya voy justo... Vale.
Pero ahí se me queda clavado.
Ofus.
Black Cloud.
A Zamorear, a ver si se me pasa.

¡Saludos castellanos!

sábado, 26 de agosto de 2017

Día Siete: ÉL DICE QUE ES FELIZ EN LA MONTAÑA

Qué bien nos lo pasamos la Sarillah y yo cuando atravesamos montañas. Iremos a ritmo bajo, sufriendo, renqueantes los dos, ruidosos,... Pero qué bien nos lo pasamos.
Y qué gente más maja por estas tierras, Castilla y León. De repente todo son ayudas, ánimos, consejos y sonrisas. Qué contento estoy otra vez, tras mi "black cloud" de ayer.
Hablando de nubes, esta mañana ya he tenido el primer amago de tormenta. Una fina lluvia, de esas que parece que no cae, pero cae, me ha acompañado hasta las once, aproximadamente. Qué bien sienta, un ratejo. Que ya tuve la experiencia aquella de Portugal... Y no quiero más lluvias.
El día ha ido espectacular, como os decía, entre encinas, robles y toros bravos, que en esta zona, el campo charro, da gusto verlos pastar. Desde lejos. Y con una valla de por medio. O dos.
He aprendido que parar en pueblinos minúsculos a tomar café es más enriquecedor que entrar en gasolineras a comprar agua. La pega es que, como hablo hasta con las piedras, en cuanto alguien me da cuerda, ya son dos cafés, o tres, con el consiguiente retraso en la ruta, pero me da un poco igual, la verdad.
Hoy la conversación ha sido con dos jubilados (estaba claro, es lo que toca este año) que se han puesto a discutir entre ellos sobre por dónde debería tirar "el zagal este de la bicicleta negra". Pero que aquí no se andan con tonterías... ¡Discutir, discutir!
Le he hecho caso al que parecía más cuerdo de los dos. "¡Mal camino es ese, que lo sepas! Lleno de baches durante cuatro kilómetros... ¡Se te va ascoyuntar la bicicleta!", me decía el otro señor. Y no le hice caso. Y a los cuatro kilómetros, pinchazo.

Encinas, pinos, robles, águilas, cerdos, ardillas, toros mansos, toros bravos, conejos, ¡y hasta un zorro! Increíble lo de hoy. Qué gran tierra. Así, a lo tonto, estoy en Salamanca desde las cuatro de la tarde.
Ya he ido a buscar la rana. Ya he pasado por la casa de las conchas. Ya he tomado café en la plaza mayor. Y ya he comprado más cámaras (por si las moscas), el llavero (para que luego digas) y unas mangas, porque me da la sensación de que viene frío, y los brazos se me quedan helados a primera hora de la mañana. Resumiendo, listo para mañana, ecuador de mis vacaciones. Contento.
Hambriento.
De pinchos me voy.
Aojorno.

PD: Con el titulito de la entrada de hoy, ya tengo temazo para mañana.
Ay, Jose.... 😧